La globalización y los síntomas contemporáneos

El psicoanálisis nació en una época de ideales, más exactamente en el momento en que los ideales de la modernidad empiezan a tambalearse. Del mismo modo que los acontecimientos históricos y culturales dieron lugar a la aparición de distintos fenómenos sociales, el psicoanálisis surge como respuesta al malestar social de la época. No podemos desestimar la influencia que tienen los eventos, las contingencias a las que se enfrenta la sociedad, sometida a constantes cambios generados en su interior pero que modifican progresivamente su composición y disposición. 

Desde la aparición de las computadoras, videos juegos y los novedosos gadgets, las sociedades avanzan acelerando el paso para no quedar obsoletas ante la creciente aparición de descubrimientos científicos y tecnológicos que han precipitado la constante adaptación y adopción de nuevas formas de desenvolverse.  

En la actualidad, por múltiples razones, hay una pretensión social y seudo-científica de extinguir las diferencias y singularidades. El discurso científico en colaboración con el discurso social expone por un lado problemáticas nuevas, de las que antes no se podía dar cuenta y al mismo tiempo, explicaciones y formas de solución que actúan como manuales que nos dicen cómo debemos vivir, se nos presentan una serie de alternativas que se pretende sirvan para todos por igual. 

Síntomas contemporáneos 

Mucho se habla de nuevos fenómenos sociales y subjetivos de difícil abordaje, como así también de la preocupación por la caída de ideales, por la aparente falta de funcionamiento de las leyes.  Los síntomas contemporáneos surgen cada vez con consecuencias más notorias y graves individual y socialmente. El uso de los derechos como universales marca un borramiento de la subjetividad y de la responsabilidad de cada uno implicada en los actos realizados.  

Los síntomas contemporáneos toman formas diferentes. La aparición de fenómenos de pensamiento y acto es descrita como automática, involuntaria, sobre lo cual el sujeto no tiene control. Los síntomas se le presentan al sujeto como algo proveniente del exterior, que éste no es capaz de explicar, sin sentido; y que no son capaces de poder tramitar.

¿Qué lugar para el sujeto?

El sujeto de la globalización se caracteriza por buscar confirmación de diagnósticos y enfermedades en lugar de buscar respuestas a sus preguntas, es un sujeto sin inquietudes, no se pregunta por lo que le sucede, solo demanda soluciones. El síntoma se reduce a trastornos de carácter biológico, y el sujeto se reduce a individuo, un número más en las estadísticas.  

La preocupación de los gobiernos de turno por la llamada salud mental se instala como un ideal contemporáneo y al sujeto se le ofrecen una serie de objetos para su satisfacción que le anulen su malestar. Las leyes dictan como debe ser el comportamiento de los profesionales ante las demandas, con el argumento de proteger los derechos de los sujetos de evaluación. 

Pareciera no haber lugar para el sufrimiento del sujeto, se toman como objetos de evaluación que derivan en la redacción de informes escritos que dictaminan el curso de la vida de estos sujetos.  Lo que se evidencia como resultado es que el discurso de los sujetos es cada vez más confuso y por tanto el abordaje de las problemáticas es cada vez más complicado en función de las manifestaciones sintomáticas.   

La globalización es el resultado necesario de la evolución de la humanidad, la cual es de naturaleza dinámica. Por mucho que se haga el intento de anular la subjetividad desde el exterior, el psicoanálisis tiene su lugar allí donde lo humano predomina, se sitúa como una herramienta de lectura de todos estos fenómenos surgidos en la globalización. Los psicoanalistas, desde su práctica, a través de la escucha apuntan a la singularidad y responsabilidad del sujeto del inconsciente. Apuestan por el síntoma, dando lugar al malestar y el sufrimiento, preguntándose y generando nuevas preguntas para dar  lugar al sujeto. 

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