Pensar en tiempos violentos

Desde el mes de octubre, Chile ha sido escenario de diversas manifestaciones en contra de la forma en la que el gobierno ejerce el poder, el aumento del pasaje fue el detonante. Algunos consideran que existe una violencia desbordada, mientras que otros manifiestan que la rebelión es producto de un despertar; “Chile despertó” es la consigna.

Desde qué lugar entender la violencia

En tiempos violentos, el contexto se presta para la presentación de posturas absolutistas, donde el lugar de la subjetividad tiende a desdibujarse. Cada “bando” sostiene la existencia de dos posturas únicas: “ser el bueno o ser el malo”. Parece que dentro de esos dos polos, no existe la posibilidad de preguntar ¿de qué se trata la violencia? antes de censurarla o aplaudirla. 

He escuchado en reiteradas ocasiones la siguiente frase: “estoy del lado correcto de la historia”, por la cual se asume una postura ideológica como bandera de identificación. Esto es de cuidado, pues si asumo estar identificado a lo correcto, lo más probable es que no llegue a cuestionar mis acciones.  

La violencia puede tener diversos rostros; puede presentarse como una forma de hacerse escuchar por el otro, cuando ya no es posible hacerlo por medio de la palabra. Desde otra perspectiva, la violencia puede ser una forma de callar al otro y es ejecutada por el poder de turno para “salvaguardar” el orden público, mientras que, en el hombre común, el uso de la misma se reprocha y castiga. 

De ideología y amores…

El poder de turno se apropia de los medios del Estado para imponer sus intereses, por ello, pensar en la llegada de un amo noble, depositar esperanzas en pensar cómo la situación cambiaría si ese amo gobernara, es hablar de nuestra propia historia de amor. Bien escribía Freud:

“Las ilusiones se nos recomiendan porque ahorran sentimientos de displacer y en lugar de estos, nos permiten gozar de satisfacciones”.*

Leyendo textos psicoanalíticos pienso en Chávez y en Piñera; el primero como una promesa de padre todopoderoso, aparentando ser justo y protector, el segundo, como ese padre rígido e impositivo con quien el hijo no se identifica y finalmente termina rebelándose ante él con toda la furia posible. La furia siempre tiene una razón de ser, esconde motivos y secretos callados, generalmente durante mucho tiempo.

La ideología es parte de nuestras ficciones, si bien, existe un afuera, conflictos sociales e injusticias, la forma como nos adherimos a ese afuera, como lo rechazamos o como nos rebelamos, también da cuenta de una historia personal, única e inédita en sí misma. En palabras de J.A.Miller:

“Cuando el hombre rebelde llega a percibir la verdadera naturaleza de su imposible de soportar, descubre, asustado, de que tiene su propio rostro.”**

*Sigmund Freud, 1915. “De guerra y muerte. Temas de actualidad”.  16 Volumen XIV pág. 69.

**Jacques Alain Miller. “¿Cómo rebelarse?” Bitácora lacaniana. Revista de Psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana nro 8, pág 17. Grama ediciones, 2019.

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