César León: “yo soy artista desde que nací”

*Fotografía realizada por Ysrael Gómez.

César León es un artista venezolano, referente importante del arte y la cultura aragüeña. Se ha desempeñado como actor, director, performancista y dramaturgo. Este texto es el producto  de la entrevista realizada por Café Subjetivo y que ha sido editada para su publicación. 

¿Cuéntame sobre las manifestaciones artísticas que realizas? ¿Cuáles son?

Bueno, ya desde la infancia – principio de la  pubertad, al salir de la escuela y entrar al liceo hago contacto con el teatro. Cuando la gente dice “… y ahí supe que eso era lo que quería ser en la vida” yo más bien sentí que yo era eso en la vida.

En un pueblo llamado San Joaquín en el estado Carabobo, había una agrupación que cantaba en las misas. Ellos empezaron a hacer eventos de danza en las actividades religiosas, para promover el catolicismo. Esto causaba un impacto bastante positivo y hermoso a través del arte. 

San Joaquín durante todo el año era una fiesta. Estar allá en la época de vacaciones era fantástico. Ver esa unicidad, complicidad y trabajo en equipo me encantaba, me seducía. Entonces empecé también a hacer teatro aquí en Maracay. Así que diré que originariamente soy un hombre de teatro. 

Comencé como actor y luego busqué la formación entre lo empírico y lo académico (aunque terminaba siempre dándole un poquito la espalda). Nunca me gradué en ninguna escuela de teatro. Siempre me interesó ir al experimento; abordar otras disciplinas o aristas de la expresión teatral como la dramaturgia y la dirección. Me interesó la investigación que gira en torno al cuerpo como medio de comunicación y expresión.  

Luego abordé otras áreas como el performance art o el arte de acción corporal, donde precisamente el cuerpo es la herramienta de trabajo. Yo diría que el teatro y el arte de acción corporal tienen hoy día el mismo peso o la misma responsabilidad aunque vengan de campos diferentes; el teatro de las artes escénicas y el performance de las artes visuales.

¿En qué consiste el performance? ¿En qué se diferencia de las otras disciplinas artísticas?

Te voy a contar primero cómo llegó a mi vida el performance para poder entender mi posición respecto a la disciplina.

Cuando me vine a Caracas en los años 90, empecé a ver un movimiento vertiginoso de la escena teatral a través del Centro de Directores para el Nuevo Teatro. Ellos funcionaban en un galpón muy grande en Plaza Venezuela que empezó siendo un bar como manera de autogestionarse. Estaban bajo la responsabilidad de cuatro jóvenes directores formados por Rajatabla. 

Allí se desarrollaron eventos influenciados por la performance: eventos de teatro breve, clásicos del teatro venezolano o creaciones experimentales vendidas al público como teatro, en espacios no convencionales. 

Fui víctima de una estafa y me vi obligado a venir a Maracay. Me vine con toda esa influencia y nace La Daga Oxidada, después de pasar el proceso de comprender, de sanar.

Cuando empiezo a hacer performance influenciado por todo lo que había visto, en sí, yo no tenía claro que era hacer performance art. Trinidad Inserri al ver esto que empezaba a inventar aquí, me dijo que yo no hacía performance, sino que hacía espectáculos espectaculares que duraban poquito. Comenzó a darme material para consultar y me di cuenta que finalmente tenía razón. La performance no es teatro. La diferencia fundamental es que en el teatro la persona encarna un personaje. 

En la performance, la persona siempre va a ser la persona. Y esa persona tiene algo que decir. El espíritu de la performance ha sido, es y será siempre transgresión, alteración de lo establecido. Es una respuesta de rebeldía ante todo sistema de autoridad, de toda convencionalidad y viene de las artes visuales. 

A partir de los años 20 los surrealistas comenzaron a sacar las obras del cuadro y se asumieron como la obra de arte. Surge así esa rebeldía en contra de los sistemas burgueses, la lucha de clases, las protestas por los países en guerra. Es decir, yo desde aquí con lo único que tengo, con mi cuerpo voy a decir: tú eres una mierda. 

Ese es el espíritu de la performance, ese es su deber ser, transgredir, cuestionar duramente una situación. Está dentro del arte conceptual, un movimiento de vanguardia. Significa presentación, no representación que es propio del teatro.

Fotografía: Aborigo Estudio Creativo

¿Cómo fue el camino que te llevó a asumirte artista?

Fue a partir de una enorme necesidad de expresarme y sentir que soy escuchado. Venía de ser un niño que se expresaba pero era mandado a callar, reprochado por lo que decía. Decidí buscar espacios para expresarme libremente pero también asegurarme de que era escuchado.

¿César León era un performancista desde niño?

Las 24/7. De hecho, me encantaba exponer frente a los otros, era histriónico. Además siempre fui celebrado por mis amiguitos del salón y por mis maestras. Bailaba tambor en los actos culturales de la escuela, monté una presentación de baile con siete niños y siete niñas, pero no aguantaron mi carácter como director. Terminé bailando solo con siete niñas y me convertí en el sex symbol de la escuela. Yo no me di cuenta que era artista, yo soy artista desde que nací. 

Llegaba un momento que me aislaba. Mi cama era mi escenario, mi tarima. Ahí yo era el animador, el artista, el cantante, era la mala de la novela, la buena, el galán. Tenía un amigo que era mi único público. 

Cuando tuve la oportunidad de tener un programa de televisión, mudé toda mi habitación a un set de televisión y desde ahí hacía mi programa. 

Una habitación para mí siempre ha sido sinónimo de una torre de control. Es el lugar donde soy, donde me desdoblo, donde dejo de ser, donde descanso, donde amo, donde no amo, donde me encierro aterrado porque en algunos momentos el mundo de allá afuera lo sigo viendo amenazante para mí. 

¿Para quién consideras que es el arte?

Pueden haber dos respuestas para esto. Por un lado, pareciera que el arte siempre representara una amenaza, por su naturaleza de fomentar la libertad y la diversidad, de no establecer ningún tipo discriminación. Entonces, yo diría que el arte está presente en la vida de todos. Todos somos creados y todos somos creativos. Solo que este barniz cuestionador del arte por considerarse escandaloso, que altera ciertas disposiciones de las zonas de confort para mucha gente, se le ve como algo que no debería ser consumido. 

Por otro lado, también considero que hay que ser creativos para convertirnos en lo que nos hemos convertido, en seres muy destructivos. Es un ejercicio que va al contrario, pero también es una manera de crear; destruir. El arte forma parte de la vida de todos, como dice Joseph Beuys: “Todo hombre es artista.”

Fue un pronunciamiento que generó una revolución, lo decía dando un paso adelante. Esa es una performance muy célebre en la historia del arte de acción en el mundo. Entonces está el arte visto desde las bellas artes: la danza, la música, el teatro y está el hecho de asumirnos como seres creados y potencialmente artistas. 

¿Crees que el arte te sirve para tramitar tus experiencias de vida?

Sí. Si algo he tenido muy conciente es que siempre vi en el arte una zona de descarga. He sido muy intenso y esa intensidad ha estado marcada por una sensación que he arrastrado desde la infancia, esas tramoyas que nos armamos y alimentamos: soy solo, tengo carencias. Siempre he dicho de una manera muy exagerada que si el arte no hubiese llegado a mi vida quizás yo me hubiese suicidado a los 15 o 16 años. 

Desde que tengo uso de razón utilizo anillos. Cualquier cosa me servía para ponerme en los dedos. No es un capricho fashion; mecates, pabilo, retazos, pulseras, collares, los hacía yo mismo. Yo me sentía un indio, tenía una necesidad de adornarme. 

Comprendo el arte como una manifestación pura del ser. Puede aclararte muchas zonas de tu mente leyendo y releyendo lo que escribiste y asumiéndolo como tuyo. Ahí está mi relación conmigo; es una manera de acercarme más a lo que yo soy, porque eso está saliendo de mí. Nunca evité mirar cada cosa que creaba como un retrato de mí mismo, aun cuando representaba un personaje que pudiera no parecerse en nada a mí. Para hacer ese personaje creíble, tenía que encontrar las características de ese personaje en mí.

Fotografía: Aborigo Estudio Creativo

¿Qué sensación te genera hacer arte, para ti mismo y en relación a quién recibe?

El disfrute del vínculo que se establece; el aplauso, el saludo en el camerino, la mirada cuando te dan las gracias. La posibilidad de tocar el alma de las personas desde mi alma. Es el lugar más sano y más puro desde el que puedo establecer contacto con alguien, donde prácticamente no hay palabras. El vínculo que se establece al tocar el alma de alguien espero que le sirva para ir más allá del disfrute por hechos intelectuales, estéticos, éticos. Me interesa lo humano. Si logré esto con una persona, todos mis años hasta ahora tienen sentido.

¿Cómo es el lazo con el espectador? 

Es un gran misterio. No sé si pueda explicarlo. Es una forma de hablarnos donde el otro tampoco sabe nada. Aunque haya ensayado, me haya aprendido la letra, tenga una plantilla de movimientos memorizada y haya todo un trabajo que se repite, no siempre saldrá igual. 

Lo que le da poder a eso es la disposición de hacerlo de la mejor manera posible, con la consciencia de que más allá de hacer teatro, ser actor y la farandulería que puede estar alrededor, es la oportunidad de hablar desde un lugar pocas veces escuchado y que te hagan sentir que te escucharon.

Tiene que ver con nosotros como energía, como lo que no se ve. Lo que realmente entendemos sin tener que comprender nada. Es ir al ser legítimo que soy que se comunica con el ser que eres realmente, ahí no hay separaciones ni diferencias, sino el espacio para sentirnos uno. 

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