“La casa de mis primeros días ya no pesa como una catedral, se le han caído todos los santos de yeso frío, mi pecho se agrieta dejando salir mis tempestades, se me escurren por mis órganos todos los cuadros de mis difuntos que no son míos.”
Neart Vicuña
La familia es un significante que soporta la carga de muchos ideales que han cambiado a lo largo del tiempo, como: unión, fraternidad, apoyo, protección, apego, sostén, entre otros tantos. Estos ideales son resultado de la época, la sociedad y los momentos subjetivos por los que atraviesa cada quien y funcionan dando un sentido al vínculo familiar.
Estos ideales no evitan que nos hagamos preguntas sobre la familia. Para todos los seres hablantes hacer familia no significa lo mismo y despierta en cada uno, una serie de interrogantes y angustias sobre cómo actuar frente a la familia. ¿Cómo se es padre? ¿Cómo se es madre? ¿Qué significa ser hijo? ¿Qué esperan mis padres de mi? ¿Qué esperan mis hijos que yo sea para ellos?
A pesar de que estos conceptos universales de familia intentan regular y establecer normas de convivencia social y orden, no alcanzan para responder las preguntas que nos hacemos. Son insuficientes en su intento de atraparlo todo, pues la singularidad y la subjetividad nunca se dejan atrapar por lo cliché.
Los lazos familiares no son sin segregación
Hemos heredado históricamente discursos de origen religioso que nos empujan a “amar al prójimo como a sí mismo”, utilizando referencias de lo que significa el amor. Pero esos discursos ignoran las marcas singulares que lleva consigo cada sujeto y que lo interrogan durante toda su existencia.
Por ejemplo, es duro para alguien no ser amado. Deja huella no ser el objeto de amor, ser el segregado o excluido en el deseo del otro. Se trata de este otro familiar, materno o paterno, que dice que ama a todos sus hijos por igual. Aún así, los sujetos no lo viven de esa forma. Más allá del discurso y de lo que se pueda decir, el vínculo con cada hijo es particular y éste interpretará dicho discurso de una manera distinta.
Siempre hay algo que resulta insoportable de sí mismo y se coloca en el otro. Eso que no se admite, que no se asume, que va en contra del ideal familiar aceptado, será segregado, quedando como un secreto familiar, un misterio, un rumor. Por lo tanto, para sostener los lazos familiares y entrar en la dinámica de la misma, debe haber una segregación de aspectos íntimos que no le permitirían ser parte de la familia.
De este modo la segregación habita en las entrañas de la familia. Es lo conocido, con lo que estamos identificados. De la misma manera para sostener los vínculos sociales, para constituir sociedades, grupos, escuelas, siempre se manifiestan las identificaciones con el otro, las similitudes, aquello de su discurso con lo que resuena el propio.
La trama familiar
La singularidad se origina a partir del discurso familiar que cada sujeto interpreta como puede, y a partir de esto va a representar un rol y una función en esos dichos y no dichos. Para algunos sujetos encarnar estos significantes familiares les resulta insoportable; para otros no hay salida. Los asuntos familiares quedan como huellas indelebles en su historia, como un destino.
La familia transmite un discurso ante el cual el niño responde con una ficción para darle sentido. Así, nuestro destino empieza a trazarse a partir de la palabra del otro. Es decir, lo que hace familia es una articulación con la palabra y el discurso, más allá del compartir genético. Lacan en la conferencia Joyce el síntoma comenta:
“Las casualidades nos empujan a diestra y siniestra, y con ello construimos nuestro destino … creemos que decimos lo que queremos, pero decimos lo que han querido los otros, mas especificamente nuestra familia”*
Entonces, ¿qué es la familia? ¿Qué hace que unos lazos sean familiares y otros no? ¿Qué hace funcionar a una familia más allá de los ideales universales? Cada quien hace su construcción de familia, el discurso hace lazo, está hecho de semblantes, la familia es el punto de partida, se puede decir, la primera sociedad.
“La familia tiene su origen en el malentendido, en el desencuentro, en la decepción, en el abuso sexual o en el crimen…¿Están unidos por lazos legales, derechos, obligaciones, etcétera? No, la familia está especialmente unida por un secreto, está especialmente unida por un no dicho”
Jacques-Alain Miller
* Lacan, J. (2018) El seminario 23, El sinthome. Editorial Paidós. Buenos Aires.
Psicólogo clínico de orientación psicoanalítica y actor de teatro.
Experiencia en la atención de niños, adolescentes y adultos con necesidades especiales.