Dolor y gloria: los dichos de la madre

“La lengua nos afecta primero por todos los efectos que encierra y que son afectos.”

Jacques Lacan

Dolor y gloria es la película más reciente de Pedro Almodóvar. Esta comienza con ilustraciones que muestran los múltiples dolores corporales que le aquejan a Salvador. Dolores de cuerpo, que más adelante descubrimos no están separados de sus dolores del alma. Un genio del cine que sufre, padece de los recuerdos que le invaden constantemente, padece de nostalgia, de amor. Especialmente recuerda su infancia, la marca de la mirada y la voz de su madre. Una mirada clave que le construye y le quiebra a la vez. Después de la mirada su palabra, los dichos que dirigía a Salvador. 

Salvador desde el deseo de su madre

La madre de Salvador transmite un deseo por su hijo, quiere que triunfe. Ese deseo lo sostiene desde las cosas que le dice y a través de sus actos; por ejemplo, busca a toda costa que pueda estudiar, a pesar de que no contaban con recursos económicos para ello, ubicó la única forma posible para lograrlo: inscribirlo en un seminario para ser cura.

Desde el inicio se puede ver a una madre que sostenía una actitud vigilante hacia él ¿vigilando que? Hay una duda, una incógnita respecto a quién es su hijo. Esa incógnita permanece hasta su muerte. A su vez, lo mira con extrañeza, acompañando esta mirada de frases como: “Tú eres muy novelero, no sé a quién habrás salido.” Ese no sé, esa sospecha respecto a Salvador. 

No sabemos con exactitud como el protagonista interpretó estos dichos, lo que sí se muestra es que la interpretación que extrajo de ellos fue determinante para construir su identidad. En palabras de Gustavo Stiglitz:

“Un niño, se constituye como ser hablante a partir de los significantes que vienen de los otros y que en principio no tienen ningún sentido. Con esos elementos inicia su juego de ser hablante. Es él quien teje en un segundo tiempo, los sentidos que hagan con esos elementos su novela familiar.”*

El peso de las palabras maternas

La madre de Salvador no solo lo veía como un ser extraño, también lo nombraba como virtuoso. En uno de los recuerdos de su infancia, recuerda esta frase: “siempre ha ido por delante de los demás.” Ella mantuvo el deseo constante de que su hijo estudiara y viviera una vida más allá de la pobreza. Una madre con mucho empuje, siempre buscando oportunidades para el desarrollo del hijo, a quién consideró como alguien que iría más lejos que otros.

Salvador se inscribe en ese deseo y es capaz de encarnar estos dichos desde niño, sabe leer y escribir, es capaz de enseñar a otros. 

Al ser adulto mantiene esta postura a través de sus creaciones artísticas, se vuelve un referente del cine. La palabra de su madre se hace destino; un hombre excéntrico, diferente, extraño, pero brillante. 

A Salvador parece pesarle la mirada de la madre y puede que le pesaran más sus palabras, las cuales eran directas, duras y precisas, dichas sin velo. “No has sido un buen hijo” le interpela ya en la vejez. Mientras que Salvador revive junto al dolor somático el recuerdo permanente de las palabras maternas, lo cual genera la impresión de que ambas experiencias se encuentran entrelazadas, dolor y recuerdo. 

El arte como salvación

Sin embargo, al final de la película nuestro héroe contemporáneo logra construir algo valioso con el peso de estos recuerdos. Aceptando la muerte de su madre y yendo más allá del niño que era para ella, soltando un poco ese peso para poder avanzar en su deseo. 

Su madre le había prohibido hablar sobre la historia familiar en las películas. Hasta entonces, Salvador había respetado fielmente esta prohibición, así como era fiel a la imagen que tenía de él. Tras la aceptación de su muerte, se levanta esa prohibición. 

Entonces, el Salvador es salvado nuevamente por el cine; “el cine me salva” menciona en una ocasión. Así, luego de un largo sufrimiento, vuelve a sublimar su angustia a través de la confección de guiones y el uso de las cámaras, imprimiendo sus recuerdos, recreando su propia historia, una historia sobre Dolor y gloria

*Stiglitz, G.  y otros, El niño y el trauma Interrogantes de la última enseñanza de Lacan en la clínica con niños. Disponible en: http://www.revistavirtualia.com/articulos/157/consecuencias-de-la-ultima-ensenanza/el-nino-y-el-trauma

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4 comentarios sobre “Dolor y gloria: los dichos de la madre”

  1. Como madre muchas veces me cuestiono las palabras que le digo a mi hijo! Es sumamente complejo y delicado, como dicen por ahí las palabras no se las lleva el viento, pueden edificar o destruir y te pueden perseguir toda la vida. Los dicho de la madre en mi opinión son los que más peso tienen en nuestras vidas ya que es el ser en el que más confiamos y quien nos ayuda a construir nuestro sistema de juicios y creencias. Sin embargo no hay que olvidar a otros adultos significativos como papás, abuelos, maestros, etc quienes dejaron una huella en nosotros

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