Medicación en la infancia: consecuencias para los niños

“La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas”.

Sigmund Freud

Es muy contemporáneo el uso de la medicación en los niños para tratar problemas de comportamiento. Se etiquetan como desregulados a los niños que hablan de más, se mueven de más, no hacen lo que se le pide en el momento en que se le pide. 

Pero también se medica a niños que tienen dificultades escolares, de desenvolvimiento social, en fin, a todo niño que no hace lo que el adulto espera que haga. 

Así, si un niño está triste o asustado, la cuestión es que deje de estarlo lo antes posible para no perturbar a los adultos. ¿Cuál es el criterio entonces para medicar a un niño?

¿Qué implica medicar a un niño?

Para medicar a un niño, igual que a cualquier persona, debe haber un diagnóstico que justifique el empleo de fármacos. Para eso, en las entrevistas que se realizan para diagnosticar, se recoge información respecto al niño fundamentada en las opiniones de padres y maestros. 

Los niños pueden estar angustiados o deprimidos, preocupados, atemorizados. En su lugar, para el adulto un niño puede ser vivido como desafiante, hostil, fastidioso porque no se adapta a la necesidad de los adultos que le acompañan.

En este sentido, cuando se clasifica a un niño desde esta perspectiva, se asume que desde siempre ha sido así y que siempre será de esta manera. Este tipo de tratamiento de una problemática diagnosticada sin escuchar su sufrimiento, sin notar lo singular de sus padecimientos, solo funciona para silenciar y aquietar a los niños.

¿La medicación resuelve el problema? 

El asunto de la medicación es relativamente nuevo, sobre todo en niños. Los padres y profesionales tienen dificultades para enfrentar los nuevos modos en los que se presenta la angustia infantil.

La urgencia y la rapidez con la que se pretende llevar la vida diaria no escapa de los psicólogos, psiquiatras y psicopedagogos. Antes de replantearse sus propias formas de abordaje y las intervenciones posibles optan por la salida fácil. Pero, ¿qué entiende un niño cuando le decimos que debe tomar tal pastilla para quedarse quieto o atender en clase?

Por un lado, para el niño se instala una forma de funcionamiento totalmente libre de responsabilidad de sus actos. No da lugar a la reflexión y al interés de manifestar lo que pueda pensar o sentir. 

Por otro lado, esa idea de que es una máquina descompuesta que solo funciona bien con la pastilla se convierte en una forma de relacionarse con el mundo. Así, ante cualquier dificultad, cualquier sustancia externa vendría a tomar el lugar. Ingerir bebidas alcohólicas para tener mejor desenvolvimiento social, cigarrillos cuando se está estresado, drogas para relajarse, entre muchas más. 

La medicación no resuelve el problema. Esto no quiere decir que no haya situaciones en las que esté indicado algún tipo de medicación en un niño con severas dificultades. El asunto es que sea considerada la única solución posible y que se desconozca el funcionamiento emocional y las variables influyentes de ese niño que ha sido medicado.

Escuchar a los niños: una solución a los problemas de la infancia

Lo cotidiano, es que las problemáticas de los niños sobrepasen la capacidad de los adultos de lidiar con ellos. Una de las vertientes de esta problemática viene dada a partir del pensar en los niños como seres que no entienden nada, que no sienten igual y que no tienen preocupaciones como los adultos. 

¿No es también común que a pesar de la medicación, el niño no mejore? No existe pastilla para la angustia ni para el temor. El comportamiento de los niños siempre es señal de que algo no anda bien. Una pastilla puede tranquilizar a un sujeto pero su angustia no desaparecerá. 

Las rabietas, el llanto, las dificultades escolares, problemas de atención, son formas de expresión de esa angustia. ¿Por qué no escucharlos? Los niños son sujetos capaces de dar cuenta de lo que les perturba. Un niño puede contar su propia historia, hablar de lo que ocurre en su familia, de lo que ocurre en la escuela. Por ello, para buscar soluciones, se puede empezar por darles la palabra, preguntarles que sienten y piensan.

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3 comentarios sobre “Medicación en la infancia: consecuencias para los niños”

  1. Que importante este tema. Ojalá que sea leído por muchos padres y docentes. Hace falta mayor entendimiento de lo que quieren expresar nuestros niños con su comportamiento, en lugar de quererlos silenciar.

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